La Cámara de Senadores aprobó por unanimidad la “Ley de Educación Ambiental”. Esta ley propone la construcción de una Estrategia Nacional de Educación Ambiental (ENEA) que incorpore la perspectiva ambiental y los nuevos paradigmas de la sostenibilidad a los ámbitos de la educación formal y no formal. El objetivo es asegurar que todos los alumnos adquieran conocimientos que les permitan ser más críticos y empáticos con la
naturaleza y el medio ambiente.
Este nuevo contenido educativo será definido junto con un Consejo Consultivo integrado especialmente por organizaciones de la sociedad civil con interés en la materia, docentes, miembros de los pueblos originarios, representantes del sector científico y estudiantes.
¿Por qué es tan importante esta ley?
Si bien desde 1994 se ha intentado legislar en materia ambiental, hasta ahora no contábamos con grandes resultados. Empezar el cambio desde la educación nos asegura que las nuevas generaciones serán más conscientes y comprometidas con el cuidado del medio ambiente, y contarán con las herramientas necesarias para tomar decisiones responsables.
La crisis climática y ecológica es una realidad que no podemos ignorar. En los últimos años hemos notado, principalmente, el incremento de incendios desatados por la destrucción de ecosistemas y el aumento de las olas de calor, precipitaciones y sequías. Los efectos de la contaminación del aire impactan sobre nuestra salud y afectan mayormente a las poblaciones más vulnerables.
El involucramiento ciudadano y de las organizaciones de la sociedad civil sobre esta problemática es muy importante para frenar el avance de la crisis, pero es muy difícil obtener grandes resultados si nuestros representantes no se comprometen con la causa y no diseñan políticas climáticas significativas.
El problema es que si bien la ley es un gran avance, propone soluciones a largo plazo... ¿Qué hacemos mientras?
Por Iael Gueler para INGOB
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